La Hipocresía y el Amor beben un Ron
El viento susurra
el pestilente olor de la locura
el aire abrasa
el delicado suspiro de una alondra
el amor no es lo dado
no busques odio donde sólo hay tristeza.
Ayer me recordabas a mi infancia
uníamos nuestros gustos como pequeñas migas de pan
al hundirse en el mantel de la mesa
y el vino tinto se ha vuelto verde
como la savia de un árbol milenario.
Que triste es darte con el espejo
y sólo encontrar el filo de la desconfianza,
que duro es el brillar de tu mejilla,
y mi universo ha volado de la faz de la tierra
soñabas con vivir de mi mano y soltar tu brazo
sentir y recordar aun en el zaguán,
aquellos libros donde veías dolor y crecimiento,
aquellas tardes se borraron de tu desprecio.
Abrir el libro en canal y muerta la amapola,
como papel de fumar, suscita sola.
El rojo tornó marrón, y los años olores de caoba,
se murió la amistad, sin dejarla sóla
se acabó el amor de los atardeceres rojos,
donde el hombre y la mujer yacieron rotos,
en toda una vida, el carmín de la carne
y la rosa marchita, pétalos de sal y agua marina,
me dejó de querer, ya no sirvo, tu guía.
Ni odio ni celos ni amor
sólo son de ellos, la paz que quedó
en el corazón , el mejor deseo
la frialdad de la mañana de Enero,
impotencia es la indiferencia y el derroche de perder
toda una vida, un hombre, un niño, un amigo,
la despedida, inquieta, triste, vacía, adios,
Un hermano perdido en la espesura,
duele mas la perdida, que el modo, que el error,
no te quiso como tu le amabas, te usó,
como el aire a las montañas,
como el sol a la marisma,
como el buitre, a la carroña.
Días de espesura y polvo,
volverán las tardes de verano,
la sonrisa a mis labios,
el recuerdo feliz y pueril,
cómo enterrar a un hermano.
Siempre te quedré, pero el corazón
sangra mordiscos de jabalí
como diría Federico.
Y suspirar ,
pensando en la amistad que nos unió:
Siempre tendrás esta mano.
el pestilente olor de la locura
el aire abrasa
el delicado suspiro de una alondra
el amor no es lo dado
no busques odio donde sólo hay tristeza.
Ayer me recordabas a mi infancia
uníamos nuestros gustos como pequeñas migas de pan
al hundirse en el mantel de la mesa
y el vino tinto se ha vuelto verde
como la savia de un árbol milenario.
Que triste es darte con el espejo
y sólo encontrar el filo de la desconfianza,
que duro es el brillar de tu mejilla,
y mi universo ha volado de la faz de la tierra
soñabas con vivir de mi mano y soltar tu brazo
sentir y recordar aun en el zaguán,
aquellos libros donde veías dolor y crecimiento,
aquellas tardes se borraron de tu desprecio.
Abrir el libro en canal y muerta la amapola,
como papel de fumar, suscita sola.
El rojo tornó marrón, y los años olores de caoba,
se murió la amistad, sin dejarla sóla
se acabó el amor de los atardeceres rojos,
donde el hombre y la mujer yacieron rotos,
en toda una vida, el carmín de la carne
y la rosa marchita, pétalos de sal y agua marina,
me dejó de querer, ya no sirvo, tu guía.
Ni odio ni celos ni amor
sólo son de ellos, la paz que quedó
en el corazón , el mejor deseo
la frialdad de la mañana de Enero,
impotencia es la indiferencia y el derroche de perder
toda una vida, un hombre, un niño, un amigo,
la despedida, inquieta, triste, vacía, adios,
Un hermano perdido en la espesura,
duele mas la perdida, que el modo, que el error,
no te quiso como tu le amabas, te usó,
como el aire a las montañas,
como el sol a la marisma,
como el buitre, a la carroña.
Días de espesura y polvo,
volverán las tardes de verano,
la sonrisa a mis labios,
el recuerdo feliz y pueril,
cómo enterrar a un hermano.
Siempre te quedré, pero el corazón
sangra mordiscos de jabalí
como diría Federico.
Y suspirar ,
pensando en la amistad que nos unió:
Siempre tendrás esta mano.
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