Frescor en la cara

 Recuerdo aquel que fui,

y no hallé quizás mañana,

las cosas banales, no se olvidan,

el frescor de la mañana en tu cara,

el olor de jazmines en mi boca,

el chuf, chuf del puchero de mi madre,

el perfume tras tu preciosa oreja,

escuchar la frase típica de mi amigo,

la sed de aliento tras el éxtasis,

el dolor de las agujetas,

aquello que un día llamamos repetitivo,

y un día nos robo la sonrisa en la puerta.

Damos muchas cosas como castigo,

y sin embargo son gloria bendita.

quisiera meter en un frasquito,

aquellas charlas de  tardes de amigos,

se nos murió la palabra monotonía.

Quisiera hoy recuperar lo pasado,

lo que creía estar de por vida,

no somos eternos, dijo un sabio,

me soltaste la mano y no te tengo,

mi amigo partió sin avisar de antemano,

la muerte no avisa, 

el amor siempre de prisa.

Se me fue el santo al  cielo,

recordando tu sonrisa,

de hombre robusto, con gracejo,

de curiosidades mixtas, 

solidario hasta en el recuerdo,

nunca me falto tu  memoria,

siempre me llamabas ese día,

tuvimos nuestros desencantos,

la distancia en el tiempo hacen daño,

yo nunca perdoné ser tu amigo,

tenias tantos.

Aquella tarde triste y fría,

estaban en el rellano,

todos se acordaron de tu vida,

que fuiste un alma noble y con chispazos.

Tu cara rechoncha y dulce,

tus ojos de sangre y barro,

fuiste una gran persona,

y Ulises te llevó de la mano.

Siempre recordaré tus palabras,

"mi viejito, que mayor está",

con tu sonrisa de amaranto,

nadie sabe del tiempo,

nadie sabe del destino,

nadie sabe del pasado,

quisiera recuperar mis juguetes,

y soñar que no me has dejado.

Sueño vivir entre los restos, 

de mi antigua casa abandonada,

sólo, con una caja de lata oxidada,

con un puñado de fotos quemadas,

las paredes hacinadas.

De tu casa a mi casa, verte andar,

recordar tus palabras educadas,

a mi padre, bardeando la entrada,

tu sonrisa de niño grande,

yo era a tu lado una tilde,

tu eras mi consonante.

Quiero recordar lo que hoy no tengo,

aquellas cosas mundanas,

porque ya no están,

se las llevó la edad, 

y el misterio,

como la hoja  que se balancea por el aire,

frente a mi ventana, oscilando,

de manera muy temprana.

A mi amigo Juan.